EL MANUAL DE LA
VIDA:
Todos se quejaron alguna vez de las propias equivocaciones,
creyendo que al no existir un manual de la vida O de cómo hacer para ir remando
en el dulce de leche y seguir y seguir era posible adjudicarle la perfecta
excusa a la no-acción, a la incompleta comprensión de cómo vivirla sin un
manual, sin una guía, sin un bastón . Pero lo cierto es que hay uno, es muy básico,
es un instinto, todos los animalitos lo tienen, algunos responden, otros no. A veces
es tan difícil usarlo, es tan difícil leerlo porque está escrito con un
lenguaje que suele ser grosero, muy posiblemente en algún idioma que no podemos
entender claramente, con párrafos completos sin ninguna vocal o solamente una
repetida hasta el hartazgo. Hoy estoy con el manual en la mano yo se que si lo
pienso, no tengo que abrirlo para leer lo que dice. Es algo similar a las veces
que me toca subir a un techo y no encontrar la voluntad necesaria para trepar
por la escalera, por eso de chiquito me dieron algunas lecciones de cómo leer
ese manual y cada vez que lo leo es como el cuento de tirar la vaquita por el
acantilado, para que el pueblo que vive solamente de ella, pueda progresar,
aprender que hay un mundo mas allá y que la vida no se termina en la vaquita. El
gran problema para los que me rodean es que suelo ser una persona acostumbrada
a empujar la vaquita por el acantilado y también a ver caer la vaquita cuando
me la empujan.
Atte.
Yo
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